Si no puedo huir de la vergüenza, tengo que volverla mi amiga.
El discurso de Taylor Swift para NYU y cómo aprendo de su experiencia todos los días.
He querido volver a ver el discurso de Taylor Swift para NYU durante mucho tiempo. Lo he aplazado, como cada plan que siempre dejo pendiente. Hace unos días me apareció un video en TikTok sobre ella, una recopilación de momentos en los que, como parte de su discurso, aprovechaba esos cinco minutos o menos para aconsejar a quienquiera que la estuviera escuchando. Entre uno de esos videos estaba el discurso para NYU, así que hoy, finalmente, lo he vuelto a ver, con la mente en escribir algo al respecto.
Taylor Swift me ha inspirado desde que empecé a escuchar su música de forma constante en 2021, si no me equivoco. No puedo decir que crecí escuchando a Taylor. O sí. Cuando estaba más pequeña y tuve la oportunidad de ver la película de Hannah Montana (mi serie favorita en ese entonces, y ahora), escuché su canción Crazier, sin saber siquiera quién era la rubia que la cantaba. Escuché también canciones como You belong with me y Love Story, las más populares de la época, pero seguía sin saber realmente quién era ella. Era Taylor Swift, por supuesto, pero no la conocía. No conocía sus canciones más profundas, no conocía su historia, no había oído nunca antes nada sobre A place in this world, que seguro me habría convencido mucho antes de tener un lugar en el mundo cuando no lo sentía de esa forma.
Pero, en cuanto empecé a amar su música y me consideré a mí misma una swiftie, he aprendido mucho de ella. Me pregunto qué tan poco han escuchado de ella las personas que aseguran que Taylor solo escribe sus ex-parejas, que es una artista vacía, que su música es aburrida, que no tiene talento. Claro, sé que los gustos musicales existen, que no a todos nos gusta la misma música, pero hablar sin realmente saber de lo que hablan es bastante cuestionable. Una persona que juzga sin conocer no es una persona confiable.
Volviendo al tema, cuando digo que he aprendido mucho de ella, hablo en serio. He escuchado su historia, o la parte que ha compartido con el mundo, al menos. Taylor siempre ha reconocido de dónde viene, y eso significa demasiado para una persona que apenas está empezando a construir su propio lugar en el mundo. Alguna vez, en alguna premiación hace ya varios años, le contó al público que ella y su madre viajaban juntas en busca de su carrera, que pasaban la noche en moteles, que se esforzaban demasiado por perseguir su sueño, más de lo cualquiera con un sueño haría, porque no es nada sencillo no tirar la toalla cuando las cosas se complican. Y lo digo por experiencia.
La búsqueda de un sueño, más allá del esfuerzo físico que trae consigo, viene acompañada del peso emocional con el que tienes que cargar si quieres lograrlo. Las dudas, los miedos, las opiniones de otros que no puedes ignorar, la ilusión exagerada, ¡la vergüenza! No recuerdo ningún momento de mi vida en el que no haya sentido vergüenza. Cada una de mis acciones, cada uno de mis movimientos, de mis intentos, han sido perseguidos por esa vergüenza que parece no tener planes de marcharse. Se lo he atribuido toda mi vida a mi timidez, a mi introversión, a mi personalidad que no está hecha para moverse tanto, para dar vueltas, para hablar por horas. Desde pequeña he creído que estoy hecha para quedarme quieta, para actuar desde las sombras; irónicamente, sueño con ser escritora y que el mundo sepa quién soy.
Taylor Swift es mi mayor referente en ese aspecto de mi vida. Cuando veo en internet esas entrevistas o discursos durante sus primeras premiaciones, el corazón se me hace chiquito y se me estremece el cuerpo, sin exagerar. Hay algo en observar la vulnerabilidad de las personas, como la tuya, que crea una conexión, que te motiva, que te repite una y otra vez que, si ella pudo lograrlo, tú puedes hacerlo también. Hoy en día es una estrella de la música, muchos la conocen como «la industria musical», pero alguna vez también fue una adolescente de trece años persiguiendo un sueño. Alguna vez soñó en grande, a lo lejos, y se esforzó por conseguir eso y mucho más, a pesar de todo. A pesar de las dudas, los miedos, las opiniones de otros, la ilusión exagerada, la vergüenza.
Me anoté algunas frases luego de ver una vez más su discurso para NYU, y creo que debería compartirlas contigo en esta mañana fría en la que quiero escribir y escribir, y seguir escribiendo en busca de mis sueños.
No matter how hard you try to avoid being cringe, you will look back on your life and cringe retrospectively.
Lo que se traduce a: No importa cuánto intentes evitar sentirte incómodo, mirarás atrás en tu vida y te sentirás incómodo en retrospectiva.
Voy a contarte una de las experiencias casi insignificantes de mi vida pero que a mí, a día de hoy, sigue dándome mucha vergüenza cuando la recuerdo. Cuando tenía quince años, durante los ensayos para los quince de mi mejor amiga en ese entonces, me había empezado a gustar un chico, solo que, para mi mala suerte, tenía novia. Estoy convencida de que, para el tiempo de este recuerdo, él sabía que a mí me gustaba (por cierto, que horror las personas que, aunque no pueden corresponderte, se esfuerzan por darte esperanzas, aléjense de ese tipo de personas siempre). Un día, luego de los ensayos, escuché que iba a pasarse por la casa de su novia y luego regresaba. No sé qué tenía ese día, o por qué reaccioné de una forma tan emocional, pero me puse a llorar una vez se fue. En frente de todos. En frente de su hermano, incluso. Y todos sabían por qué lloraba. Y, repito, puede parecer una cosa insignificante, pero para mí era demasiado. Mi corazón no soportaba el sentimiento y simplemente me eché a llorar. Días después no podía con la vergüenza. Incluso ahora, cuando mi mente me traiciona y me lleva de regreso a ese recuerdo, me da muchísima vergüenza haber reaccionado de esa forma.
Pero, ¿sabes qué? Eso solo demostró mi forma tan profunda de sentir, de querer. No pasó nada malo. El mundo no se acabó ese día, ni con el resto de experiencias vergonzosas que tuve con ese mismo chico. Cada una de esas situaciones en las que me encontré, supo demostrarme quién soy. Una chica que siente demasiado, que hace todo de corazón, que se muestra vulnerable de vez en cuando, y que eso está bien, porque esa soy yo, y no lo cambiaría por nada.
Y es así con la vida en general. Por ejemplo, mis primeros poemas no fueron los mejores, ahora me da un poco de vergüenza lo que escribía antes, pero forma parte de mi proceso. Sin esos poemas, nunca hubiese podido escribir mi poema favorito. No estaría donde estoy ahora. Sin esos poemas, no estaría escribiendo la historia de una poeta en mi novela de romance, mucho menos escribiendo sus poemas en el libro.
Soy quien soy por quien fui en su momento, sin excepciones. Cada paso que dí, cada caída que tuve, cada momento que me dio pena, cada lágrima derramada, cada risa que se escuchó en todo un salón en silencio, cada error, cada logro, me ha traído aquí, y cambiaría muchas cosas, si te soy sincera, pero no puedo hacerlo. Así que abrazo cada experiencia. Abrazo cada parte de mí, tal y como se merece.
Otra de las frases que más me gustó del discurso de Taylor es esta:
Being embarrassed when you mess up is part of the human experience.
Lo que se traduce a: Sentirse avergonzado cuando cometes un error es parte de la experiencia humana.
Te vas a avergonzar tantas veces como te vas a equivocar. Lo cierto es que cometemos errores todo el tiempo, incluso cuando creemos haber planeado todo a la perfección. La semana pasada tuve mi primer taller de vinculación con la sociedad en mi universidad. Si bien no me involucré tanto porque iba solo de apoyo, mis amigas sí que lo hicieron. Definieron cada detalle, delegaron cada responsabilidad, establecieron el itinerario. Lo organizaron todo. Diez minutos de empezar a impartir el taller, nos dimos cuenta de que no teníamos el cable que conectaba el proyector con la laptop. Por un momento, el plan que teníamos decayó por completo. El plan B era dar el taller sin presentar las diapositivas, por supuesto, pero no sería lo mismo. El taller empezó quince minutos tarde por ese pequeño percance. Había sido error nuestro. Eventualmente lo pudimos arreglar, y seguimos con el itinerario. Puede que los asistentes hayan llegado a pensar que éramos desorganizados, que nos estábamos tardando demasiado, pero si nos quedábamos pensando en eso y no intentábamos arreglar la situación, no íbamos a llegar a nada. Para una próxima ocasión, ya sabemos que es un detalle importantísimo, corregiremos nuestro error.
Lo cierto es que podemos quedarnos avergonzados de nuestros errores, de haber arruinado lo que se suponía que habíamos previsto, o aprender de ellos.
Si no puedo huir de la vergüenza, del miedo, de mis inseguridades, entonces me vuelvo su amiga, y camino de la mano con ellas a donde sea que vaya. Dejo que me acompañen, después de todo, son parte de mí, más no dejo que me frenen. Tienen permitido caminar conmigo hasta el inicio de la carrera y, a partir de ahí, pueden observarme a la distancia, pueden presenciar mi llegada a la meta, pero no voy a dejar que me persigan en el camino. Luego podré recogerlas, llevarlas conmigo de vuelta a casa, refugiarlas en un cajón en mis días tranquilos, sacarlas del cajón en mis días más complejos. Saber que están ahí, que tal vez estén ahí por siempre, pero que tengo que aprender a saber decirles que «no».
No quiero vivir huyendo, ni huir de mi vida por cada emoción que se esfuerza por truncar mi camino. Quiero perseguir mis sueños, quiero que me conozcan las personas indicadas, quiero estar en firmas de libros no solo como lectora, sino como la escritora invitada, quiero viajar por el mundo para conocer a las chicas que me leen desde sus habitaciones y sueñan con historias como las que escribo. Quiero convertirme en una estrella, pero lo cierto es que ya lo soy. No importa cuántas veces me enfrente a mi necesidad terca de querer apagar mi brillo por el miedo al qué dirán, seguiré siendo una estrella destinada a brillar (Ludmila referencia, para quienes vieron Violetta).
Puede que, en un futuro, me escuches hablarte sobre mi experiencia desde la cima de mis mayores sueños cumplidos. Espero que sea así para ti también! ★
Te dejo esta última frase de Taylor que seguro has escuchado antes, pero que nunca está de más tenerla presente (yo hasta me la tatuaría como recordatorio):
Everything you lose is a step you take.
- You’re on your own, kid.
No sabes cuanto me he identificado con esto! Siempre he sido alguien demasiado penosa, todo me da vergüenza. Y quizá todo este tiempo lo he estado haciendo mal. He intentado eliminar esa vergüenza, cuando lo que debería haber hecho es abrazarla y dejar que camine de mi lado sin dejar que eso obstaculice mis planes.
me siento muy identificada con tus palabras y con las personas que comentaron!!! creo que casi todas tomamos la (errónea) decisión de dejar de hacer cosas por la vergüenza y creo que es muy importante y valioso cambiar eso.
mi problema siempre ha sido que siempre me repetía: cuando me deje de dar vergüenza lo hago. pero eso nunca pasa y, cuanto menos haga para no sentirla, más tardará en marcharse.
creo que es esencial intentar hacer las cosas aún sintiendo miedo, inseguridad o vergüenza, porque eso siempre forma parte de nosotras y, con el tiempo, dejar de sentirlo o ser capaces de que no nos paralice tanto.
qué bonito es ese concepto de hacerse amiga de todo eso y abrazarlo! ✨🩷