El mundo no gira alrededor de mí.
A nadie le importa si leo o no mi libro favorito, si estoy o no en casa, si voy o no a esa fiesta, si como o no ese helado de pistacho. A nadie le importo. Mucho mejor.
Acabo de escuchar por primera vez Bowling alley de Audrey Hobert y, además de identificarme de inicio a fin, se me ha ocurrido que podría escribir al respecto. Es lo que siempre hago, ¿no? Escuchar canciones, reflejarme y plasmarlo en palabras. Esta vez será en un artículo divertido sobre mi manera terca de creer que el mundo gira alrededor de mí todo el tiempo cuando, en realidad, nadie me está prestando atención.
A todo esto, antes de empezar con este artículo, quiero defender el estilo de Audrey. Just let a funny, weird, expressive girl be a funny, weird, expressive girl. He visto a muchísimas personas en el internet juzgar su estilo como infantil, exagerado y algo raro. En realidad, simplemente está siendo ella frente a todos, lo que a muchos nos cuesta todo el tiempo. Ya quisiera yo poder bailar raro sin pensármelo, liberar mis pensamientos más locos y escribir canciones que parecen sacadas de las palabras en mi diario súper hiper mega personal.
She’s an icon, she’s a legend, and she’s the moment.
Dicho eso, continúo con mi artículo. Me cuesta mucho admitir esto en voz alta, y no sé si alguna persona a mi alrededor se ha dado cuenta de esta particularidad —que creí única hasta escuchar esta canción— en mi personalidad, pero suelo ser una chica muy self-centered. Demasiado. En muchos aspectos en mi vida, pero del que quiero hablar hoy está estrechamente relacionado con las cosas que comparto en redes sociales. Sé que en mis redes me miran personas que nunca me agradaron, o personas que solían ser mis amigos y me perdieron —también he perdido amigos pero, ahora mismo, hablo de los que me han perdido a mí con sus acciones—, o simplemente personas interesantes que quiero que crean que también lo soy. Así que, cuando comparto algo por ahí, alguna foto del libro que estoy leyendo, del café que me estoy tomando en la cafetería popular del momento, de la canción que estoy escuchando, del helado de pistacho que estoy probando —y que no me gustó mucho—, de la pantalla de mi computadora con el libro que estoy escribiendo, del blog que me he creado, pienso: «¿les dará algo de envidia que estoy haciendo algo que ellos no?».
¡Ya sé! Eso no está bien. Es un pensamiento muy inmaduro, y me gustaría justificarlo con una frase como «I’m just a girl» o algo por el estilo —en secreto, a veces lo hago, lo justifico con esa frase—, pero por acá voy a admitir que está mal compartir tu vida en redes desde una perspectiva tan... infantil (o compartir tu vida, en general). Al final del día, seguro que les da igual, tal y como lo describe Audrey en su canción.
And I don't think anyone cares if I'm home or not.
So wrong to think everyone loves me?
It doesn't need to be about me all the time.
Estas personas de las que les hablo seguramente piensan muy poco en mí, ni siquiera deben recordarme o, en caso de que no las haya visto en persona, no saben ni quién soy. ¿Por qué le doy tanta importancia a lo que piensen o no de mí? ¿Por qué creería que les afecta en algo lo que haga o deje de hacer esta chica de veinte que solo aparenta y no es? ¡Cierto! Porque, de vez en cuando, a mí me afecta lo que ellos hacen, y de alguna forma quiero asegurarme de que sus ánimos tambalean de la misma manera que el mío cuando yo estoy haciendo algo interesante. Es una emoción poco sana, diría que un tanto envidiosa, y de la cual intento huir todo el tiempo.
Abandono mis redes durante unos días. Me guardo mis fotos favoritas para mí misma. Vivo la vida un par de semanas. Abro Instagram una vez más. Me siento mal nuevamente. Subo una foto de lo que estoy haciendo. Espero que alguien la vea y desee estar en mi lugar. Me doy cuenta de que no está bien pensar de esa forma. Repeat.
Pero I’m just a... ¡no! No existe justificación alguna, aceptémoslo. Estoy atrapada en un círculo vicioso que no me deja disfrutar de MI VIDA sin preocuparme por lo que el resto vaya o no a pensar de mis pequeñas o grandes actividades del día. Publico fotos, videos o frases motivacionales pretendiendo estar bien, y espero que el mundo se sorprenda viéndolas, cuando el mundo ni siquiera me conoce. El mundo no gira alrededor del mí. A nadie le importo. Mucho mejor, ¿no?
O así debería sentirse.
A fin de cuentas, sí que soy solo una chica existiendo, ahora mismo, intentando reconciliarse con sus redes, transformarlas en un espacio seguro rodeado de personas que aportan a mi vida y a las que puedo aportar de una forma u otra. Como parte del proceso de escapar de ese círculo vicioso del que les hablaba, he abandonado casi por completo mi cuenta personal de siempre (y digo casi porque no puedo desactivarla hasta el domingo por estar participando en el sorteo de un carro que sigo creyendo que me voy a ganar, deséenme suerte), y he decidido quedarme con mi cuenta de inicialmente de libros. En esa cuenta, eliminé de mis seguidores a mis amigos no tan cercanos de mi universidad, amigos que ya no son mis amigos, amigos que nunca fueron mis amigos, y solo dejé a mis cinco amigas verdaderas.
Estoy haciendo lo único que sé hacer bien. ¡Huir! Pero, esta vez, estoy huyendo de un espacio tóxico para refugiarme en uno en el que me siento mucho más cómoda, uno en el que puedo empezar de cero, o más o menos.
Creo que me estoy yendo por las ramas.
Resumen de este artículo: el mundo no gira alrededor de mí, a nadie le importo demasiado, y me identifico mucho con Bowling alley de Audrey Hobert. ¡Bye!
Tengo que decirte que me sentí identificada, me gustó mucho tu forma de escribir. Sentí que escribes de una forma como si se lo contaras a una amiga. ❤️✨
Gracias, me diste mucho en que pensar. Por mucho tiempo instagram fue mi red social principal, a pesar de no tener tantos seguidores estaba siempre en la constante ansiedad de tener que mostrar algo, que estaba siendo algo o haciendo algo genial. Tu artículo es algo que mi corazón necesitaba 🤍